(A la memoria de Pedro Contreras)


“Y si vas al Cobre,
Quiero que me traigas,
una virgencita,
de la Caridad.
Yo no quiero flores,
Yo no quiero estampas,
Lo que quiero es Virgen
de la Caridad.”
Miguel Matamoros

Realizar una exposición sobre la imaginería dedicada a Nuestra Señora, la Virgen de la Caridad del Cobre, ha sido un viejo anhelo de varios amigos que finalmente hoy podemos materializar. Y al decir esto, no nos referimos a esa profusa representación iconográfica cuya presencia cada vez más notoria en nuestra visualidad ha trascendido su profundo sentido religioso para convertirse en símbolo inequívoco de lo cubano, en su compleja dimensión espiritual, social y cultural. Estamos hablando en este caso, de una exposición cuyos exponentes serían las efigies elaboradas por artesanos y artistas, no sólo para ser utilizadas como objeto de culto, sino también para expresar nuestra más íntima veneración que es lo que sucede en definitiva cuando se adquiere una estatuilla de la virgen del Cobre como un sencillo suvenir o como emotivo regalo. Por eso escogimos como título el verso final del estribillo que corona la canción de Matamoros: “Lo que quiero es virgen de la Caridad”. Uno de los promotores de este proyecto, fue el querido diseñador, curador y crítico, recientemente desaparecido, Pedro Contreras, a quien le dedicamos especialmente la muestra.

Como parte de las celebraciones por el 400 Aniversario de la aparición de su imagen por primera vez, en las aguas de Nipe, la virgen cobrera ha recibido desde hace tres años, como nunca antes, la atención de estudiosos, curadores y artistas, con lo que ha ganado la valoración y los espacios que merece dentro de la cultura nacional. Nuestra idea inicial era la de seleccionar un grupo de piezas sin prejuicio de su lenguaje-artístico o popular-, siempre y cuando reconociéramos en ellas una voluntad de expresión legítima o fuera acompañada de la mano diestra de su realizador, al margen de su destino final o de su función. Al reunir a creadores de diferentes talantes, nuestra intención curatorial sin querer, se convertía en paladín del lema: “…la Caridad nos une”, esta vez para defender una práctica que se remonta a los albores del siglo XVIII, cuando la extensión del culto a la Virgen de la Caridad hacia otras regiones de Cuba, promovió réplicas de su bendita imagen para tutelar nuevos altares y suscitar su devoción.

Sin embargo, para nuestro pesar, el corto tiempo disponible finalmente para organizar la exhibición no permitió que la investigación de campo se completara, con lo que se afectó la participación de un sector importante de realizadores, sobre todo, de aquellos que de manera anónima se desenvuelven detrás de las ferias y puntos de venta que animan el Poblado de El Cobre. No obstante, gracias a la colaboración de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas, de la Casa de la Cultura del Cobre, del propio Centro Cultural de Animación Misionera “San Antonio María Claret”, y por supuesto, de los artistas, hemos reunido estas imágenes como un pequeño ejemplo de una extensa producción en todo el país. Muchas de éstas sí, son de las más hermosas y bastante singulares. Ellas confirman la permanencia de la tradición.

Pero a pesar de la diversidad de las formas, materiales y técnicas empleadas en estas piezas (vitrales, obras en fibra o en metal, textiles, tallas, muñecas, interpretaciones fabulosas en productos del mar, en papel maché o collages), del apego o la libertad de los artistas al representar los atributos que caracterizan a nuestra Santa Patrona, insistimos en que debe continuarse explorando el universo de sus cultores para ampliar la selección en otros posibles eventos.

Salvadas por la fe o por su fuerte arraigo en nuestra identidad, estas vírgenes que exhibimos aquí han sido encontradas en el extenso mar de la creación artística cubana. No son anónimas como la imagen que recogió Juan Moreno y sus acompañantes en medio de la tormenta. Y en ello va el milagro, porque en esta tempestad que sufren los valores espirituales del hombre en el mundo de hoy, tantas personas, sin reparar en sus credos, han reunido sus esfuerzos para dar crédito a este propósito.