La Villa por los ojos de Barranquilla.

La Villa por los ojos de Barranquilla.

La Habana, ciudad de Maravilla y carnaval, une su encanto a la colombiana Barranquilla con sus procesiones análogas, porque las cinco veces centenaria capital de todos los cubanos no es en absoluto propiedad exclusiva del habitante de esta Isla.

Desde el siglo XIX fue también La Habana de Nicolás Tanco, el viajero colombiano que con habilidad simpar describió profundo nuestra urbe, y fue igual La Habana del pintor de origen vasco Víctor Patricio de Landaluze, quien aportara sus emblemáticas obras “Día de Reyes en La Habana” y una serie intitulada “Diablitos”.

Puede atribuírsele a la procesión del Día de Reyes la maternidad del Carnaval habanero. Y, fieles al legado de Tanco, los hermanos colombianos Haroldo Varela y Pacho Manrique dejan su impresión congelada sobre ambas Villas, donde  concilian los dos festejos a través del amulatamiento. 

En las procesiones habaneras de ayer, y todavía hoy, se posicionaron con sus danzas los íremes de la Sociedad Abakuà, esos popularmente conocidos “diablitos” que inmortalizan los parches del proyecto “Mujeres Trabajando”, y que bajo la conducción de Alina Durán dan vida incluso a los espíritus. Dialoga y se apropia igualmente esta propuesta artesanal con las pinturas en lienzo y cartulina de Carlos G. Mantilla, como forma recreativa de ver la Villa de San Cristóbal de La Habana.

Hay en toda la muestra un punto de contacto: La Habana en sus 500, su carnaval y el carnaval de Barranquilla, porque —en lenguaje llano— ambos son hijos legítimos de la hibridación cultural.