I Salón de Orfebrería
"Sus brazos están labrados en oro
y guarnecidos con piedras de Tarsis.
Su vientre es de marfil cubierto de zafiros.
Las piernas son columnas de alabastro
montadas sobre bases de oro fino".
Cantar de los Cantares 5, 14-15
El hombre será recompensado por el trabajo de sus manos, dice el libro sagrado. Serán ricas, pues, las manos que trabajan la plata y acarician otros materiales, que unidos se funden en el milagro de la creación. No son magos, pero crean ilusiones. No son poetas de las letras, pero con su habilidad escriben versos en las formas: la luna sonríe con ojos de cobre, bronce, plata, titanium, hierro y muchas otras materias reciclables. cuando las constelaciones explican al orfebre-escultor un sueño.
Más que ninguna otra de las expresiones creativas, la escultura es el arte de dar forma. Esa imagen del escultor tallando la informe piedra, modelando el barro, o extrayendo valores al metal... ilustra esta idea de la creación artística como acto de dotar, de dar forma a la materia. Que en el caso de los artistas cubanos la transforman en un original catálogo que deambula entre realidad e irrealidad, entre lo reconocible del mundo y hasta la ciencia ficción, pasando por los límites entre la vigilia y el sueño, la literatura y mucho más allá, para demostrar que la creatividad no concibe fronteras, sino infinidad de universos posibles. Pueden ser extrañas floras y faunas, personajes conocidos, estilizadas bailarinas, hasta imágenes abstractas. que sobre la piel de innumerables metales y al contacto con la vista, el espectador reconoce como hechos originales.
El Salón de Orfebrería, que subraya y enfoca justamente una zona del arte visual nuestro, en la que han dejado su impronta célebres creadores, este año se dedica a dos hermanos, ya fallecidos: Luis y José (Pepe) Rafart, quienes dejaron como herencia al arte cubano e internacional, una obra recia, acabada, donde vibra el milagro de la creación. Esa rara dimensión donde se reúnen realidad, fantasía, ingenio, tiempo, vida., que tradujeron en disímiles piezas conquistadas con la magia de su intelecto.
Como en los viejos tiempos, dialogando con el fuego -magia legendaria- y muchas veces, según el objetivo final, repujando, remachando, cincelando, presillando, forjando., esos medios y materiales, transfigurados por los orfebres-joyeros-herreros-artesanos-escultores-ARTISTAS, asumen pues, otras condiciones, como emblemas de connotaciones simbólicas. Sabemos que el símbolo es imagen: quiere decir, un medio material que alude a un bien inmaterial constituido, además, por valores, creencias, signos de diversa índole. Y en el caso de las piezas de los creadores cubanos, no están dados desde una significación unívoca, ya que toda lectura unidimensional sería, en nuestros tiempos imposible, sino desde una pluralidad de significaciones y sentidos que cada receptor puede ofrecer.
La condición simbólica no está planteada, entonces, desde un sentido determinado sino abierta a todos los posibles. Nos indica, eso sí, que toda la realidad es un símbolo -como quería Goethe- y que existe un mundo de valores trascendentes que se proyecta desde la inmanencia de las cosas. De ahí la fuerza que poseen las piezas artísticas de buena parte de nuestros creadores y la riqueza energética que emana de ellas.
En esa energía viva y operante, que trasciende toda narratividad y es capaz de movilizar a la mente y al corazón, es donde hallamos el mensaje estético de estos artistas, que con sus manos, el fuego y la imaginación, forjan sueños y entregan obras primordialmente espirituales y humanas, que atrapan todas las miradas.
Toni Piñera. El lenguaje de la prestidigitación artística