Cuando el deporte se viste de Freixas…
Cuando el deporte se viste de Freixas…
La edición vigesimosegunda de los Juegos Centroamericanos y del Caribe comenzaba a ser noticia cuando un reportaje televisivo divulgaba la buena nueva: los atletas de la delegación que viajaría a Veracruz, en representación del deporte cubano, vestirían diseños de Mario Freixas.
Mario Freixas es el vicepresidente de la Sección de Textiles de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA), es también miembro de la UNEAC y uno de los profesionales más identificado con el evento Arte y Moda, en cuyas siete ediciones ha participado. La firma Freixas es ampliamente conocida y buscada por cubanas y cubanos de muy diversos gustos e intereses. El nuevo reto para la fructífera carrera de Freixas es, sin lugar a dudas, un asunto de interés para la Asociación que lo tiene entre sus más activos representantes y colaboradores. En una mañana de noviembre, perfectamente otoñal, nublada y fresca, fuimos en busca de Mario Freixas y, para ello, nos encaminamos a su local de trabajo.
En el número 262 de la calle Galiano la marquesina que ostenta el nombre de Freixas sobre fondo naranja brillante, recuerda el perdido glamour de una arteria comercial memorable. El establecimiento es, también, una instalación del Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC). Allí, entre diseños y creaciones, nos recibió quien es, seguramente, uno de los más mediáticos diseñadores cubanos.
Luego de la confirmación de su compromiso con el deporte nacional, y antes de pasar al tema que centra nuestro interés de hoy Mayito, como le llaman sus allegados y amigos, revive con nosotros su trayectoria artística y su presencia en los medios televisivos: su responsabilidad en la imagen de los conocidos programas Contacto, Fama y aplausos, y Lo bueno no pasa; y sus secciones fijas acerca de su especialidad, en las que fungía como animador y presentador de sus colegas del ámbito del diseño en A moverse, Súper 12 o Quédate conmigo. El recorrido por los medios nos sirve para conocer de su responsabilidad por la imagen personal de Marino Luzardo en los espacios Mediodía en TV y De tarde en casa, tan gustados por la teleaudiencia.
Freixas es un diseñador de vestuario autodidacta que, modestamente, confiesa su admiración de siempre por los diseñadores Rafael de León, Manolo González y Manolo Barreiro, hoy desaparecidos, a quienes menciona como sus referentes artísticos.
El recorrido de la memoria nos lleva hasta el evento Crussing Fashion, celebrado en Austria en el año 2009 y al Primer Festival de la Cultura Cubana celebrado en Tampa, Florida, el pasado 2013, donde han sido importantes sus aportes tanto al programa de exhibiciones como a los encuentros teóricos colaterales.
En marzo de 2014, Freixas recibió la comunicación de que la Dirección Central del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER) estaba convocando a licitación la ropa que la delegación de Cuba a los XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe debería vestir en el acto inaugural.
Presentó sus diseños, y recibió la aprobación de la comisión creada al efecto. El traje de gala del acto inaugural de los deportistas cubanos estaba en buenas manos. Ni el escaso tiempo, ni las dificultades que merodean siempre la realización de grandes partidas de elementos del vestuario y sus accesorios, detuvieron su entusiasmo. Y cerca de dos mil piezas de vestir estuvieron listas con la calidad y el rigor requeridos. El buen gusto y la esencia de cubanidad que debía respirar el conjunto se había conseguido.
Y se alcanza ese aire de cubanidad porque el diseño de Freixas se sustenta en elementos fundamentales de la imagen del hombre y la mujer cubanos, y porque, desde la tradición, el diseñador se propone conseguir una visualidad contemporánea a través de la recreación de dos prendas indispensables en la cultura autóctona del vestir: la guayabera y la bata cubana.
En materia de diseño, Freixas conserva en esta obra algunos valores que conducen, sin lugar a dudas, a las prendas que le sirvieron de basamento. Hablemos del color, de los sutiles elementos ornamentales, del tejido, del movimiento de las piezas sobre la figura humana, características todas que se encuentran presentes en lo que ha llegado a ser la ropa emblemática de nuestros conciudadanos, lo mismo en medios urbanos que rurales y tanto en el ámbito público como en el privado.
La bata cubana se estiliza entonces para dar lugar a un traje femenino cómodo, suelto, favorecedor. El torso utiliza como elemento de entalle, suave y adaptable, el avispero, un detalle presente en la ropa femenina a través del tiempo. El cuerpo se consigue con un cono invertido, con su parte inferior, la más amplia, rematada por un vuelo que parte del tradicional entredós de encaje, que le confiere el movimiento deseado a una falda que va de la vista delantera a la posterior variando su longitud de menos a más.
El traje femenino se completa con una chaquetilla corta que centra su interés en los entredoses que adornan el antebrazo y rematan la manga larga y acampanada.
La camisola del hombre, versión de la guayabera, se acompaña de un pantalón amplio y cómodo. Se adorna con las vistas verticales que, en este caso, sustituyen las alforzas con entredoses y bordados y que se termina con mangas largas sueltas y sin puños.
Es notable en las soluciones del vestuario la necesidad del diseñador de enfrentar las dificultades de un sistema de tallaje que debe adaptarse a las infinitas variaciones del cuerpo en cada uno de los tamaños de una escala de tallas que, por la diversidad de las complexiones y estaturas de aquellos que van a utilizar la ropa, no pueden de ninguna manera resumirse en una talla única.
La ropa se ha realizado en un algodón indio blanco que transpira, y que, siendo muy apropiado para el ambiente caribeño, ofrece la alternativa de la manga larga y la chaquetilla opcional para adecuarse a la temperatura de un “otoño tropical” que puede sorprendernos con un clima más fresco en estos meses finales del año.
El traje se hace acompañar por sombreros ligeros, translúcidos, realizados en fibra de anacahuita, adquiridos por el FCBC en la provincia de Las Tunas. Esos sombreros se rematan con una lazada de cinta color naranja.
Mario Freixas nos cuenta que en la realización del encargo trabajaron varias artesanas miembros de la ACAA, cuyos nombres pormenoriza: Carmen Ferrán, Annia Ferrer, Lourdes Chiong, Oneida García e Hilda Rosa Peña. Y comenta: “un trabajo de esta magnitud solamente se logra con el esfuerzo colectivo”.
El diseñador tuvo la oportunidad de confrontar los resultados con dos grupos de deportistas en centros de alto rendimiento. Los y las atletas calificaron las piezas como prácticas, cómodas, modernas, fáciles de llevar.
Según nos cuenta Mario Freixas, la reacción de estos deportistas constituye la más grande satisfacción que ha conseguido con este trabajo, y termina contándonos el comentario que resume todos los halagos con que demostraron su satisfacción quienes van a vestir las piezas del artista. Ellos dijeron: “En mucho tiempo no hemos tenido nada igual”.
En este momento de la plática nos hubiera gustado quitarnos el sombrero, aunque el nuestro no fuera de anacahuita.
Fuente: Revista Pauta